viernes, 30 de julio de 2010

Revolucionarios magnánimos

Víctor Alvarado Dávila
por Los DefraGmentados


Cuánto envidio a los discípulos de Marx, a los comunistas, socialistas y demás descendientes.
¡Qué valor!
¡Qué virtud!
Han renunciado a la propiedad privada, a cualquier tipo de bien propio: casa, automóvil y…
La conciencia social les prohibió seguir reproduciendo el círculo de opresión
Ya no trabajan para nadie
No dependen de salario alguno
Ni como obreros de fábricas
Ni como profesores universitarios
La sabiduría les hizo ver que es muy cómodo criticar al sistema cuando este les alimenta desde adentro
Por eso renunciaron a sus cátedras académicas y a sus puestos laborales en el gobierno
Y por sus cabezas no pasó más la idea de trabajar para empresas privadas
Ahora son sus propios jefes
Siempre consecuentes con sus principios
Siembran su propio tabaco y hacen su propia chicha
Ellos no le siguen el juego a las grandes tabacaleras y licoreras transnacionales
No caen en el estereotipo publicitario de Marlboro e Imperial
Lo han desmitificado todo
No creen en La Nazión
Ya no la compran
Ni la leen a escondidas
Saben que la información es sesgada y manipulada
Incluso, renunciaron con mucho esfuerzo y sacrificio consciente y tenaz a los modelos de belleza interiorizados, que ni siquiera, observan los concursos de belleza y menos aún las películas pornográficas de las grandes industrias.
Y, son capaces de incendiar un Levi’s nuevo si alguien osa humillarlos con ese regalo, símbolo de la explotación.
Y castigarían severamente a sus hijos si se dan cuenta que comieron en Burger King o cualquiera de las cadenas transgénicas.
Cuánto admiro a estos humanistas que no consumen ni producen nada para perpetuar el sistema capitalista imperial.
¡Qué valor!
¡Qué virtud!

2 comentarios:

  1. Qué bueno, víctor. Me gusta que esté en verso para jugar al mismo tiempo con ese aparente tradicionalismo al que hay a todas luces que asesinar, quemar, según estos mismos discípulos de Jissus Marx.
    Tradicionalismo, siempre que sea burgués, necesaria ortodoxia siempre que esté entre las líneas del Comitern.
    ¿Te imaginás una escena teatral en la que el punto de reunión del PC de CR se llevara a cabo en Ticoburguesas?, pues toda la demás comida rápida hay que condenarla al cuerno.

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