sábado, 29 de mayo de 2010

La promesa celestial

Víctor Alvarado Dávila
por Los DefraGmentados


Fragmento del libro:
Divagaciones Metafísicas: ...y el hombre creó a Dios.
Calle de la Amargura Editora, 2009.

Uno de los términos o conceptos más escabrosos que se acercan a lo inefable, es el que más de medio mundo conoce por “Cristianismo”.

¿Qué es el Cristianismo? ¿Qué y quiénes son los cristianos? ¿Cómo se come eso?... ¡Ja!, ni los “cristianos” se ponen de acuerdo.

El “cristianismo” nace como un movimiento posterior a Cristo (cuya figura fue tan grande, que hoy la historia occidental se divide en Antes y Después de Cristo). Desgraciadamente --o venturosamente-- Cristo no escribió. Si lo hubiera hecho quizás podríamos haberlo comprendido mejor.

El “Cristianismo”, generalmente plasmado en el “Libro Sagrado” de los “Cristianos”, tiene diversidad de implicaciones sociales --en el amplio sentido de la palabra-- debido a sus postulados existenciales.

No recitaré párrafos enteros de LA BIBLIA, como lo hacen los decadentes “hijos de Lutero”; pero muchas veces el “Cristianismo”, gracias a la diversidad de sus postulados, lleva al individuo a la resignación de su presente condición humana: “Porque Dios así lo quiere”, “que se haga la voluntad de Dios”. Son frases que en ocasiones resultan útiles para justificar una determinada situación. Ya sea una situación ventajosa o desventajosa: “El rico es rico porque Dios así lo quiere, y si el pobre es pobre, es porque es la voluntad del Altísimo”. La clase poderosa, gobernante, etc., utiliza muchas veces en estos casos, ciertos postulados para justificar su situación de poder, dominación, riqueza y opresión.

El tipo de resignación existencial del que aquí se habla, se sostiene sobre el supuesto principio -- aquí todos son supuestos-- que proclama que “el cielo” será la morada o el mundo de los humildes, de los pobres, etc.

Los pobres, los humillados y los humildes oprimidos, creyentes todos de esas vagas promesas, se resignan pacientemente a su situación, porque en el mundo del más allá, serán recompensados por Dios, porque los ricos, los orgullosos o los opresores (en fin los “malos”) serán castigados por Dios. Los de malas costumbres, los pobres de espíritu, y los no creyentes serán llevados al purgatorio o al infierno. Los marginados encontrarán su vida eterna en el paraíso y por ello esperan con paciencia. Se dejan oprimir por Dios porque más tarde Él los recompensará. Sufrirán aquí con tal de ganarse “el cielo”. ¡Si supieran que todo es una vil farsa! Estos marginados resignados, inyectados por ese determinismo teológico, son negadores del mundo, consciente o “inconscientemente”. Desean en el fondo desembarazarse de esta vida lo más rápidamente posible; no se suicidan porque eso no sería voluntad de Dios. Darse la libertad de suicidarse sería pecado, y los pecadores van al infierno.

Con esto caeríamos nuevamente en el problema del libre albedrío y en la infantil interrogante: ¿cuál es la voluntad de Dios?

*

Marx repitió muy bien cuando dijo que “la religión es el opio del pueblo”. En este caso la religión adormece la conciencia de rebelión de los marginados oprimidos. No se rebelan porque el determinismo teológico los induce a la resignación. (Puede que algunos no se rebelen por cobardía u otras razones y ponen como pretexto su fingida creencia en ciertos principios bíblicos, los cuales se presentan como directrices vivenciales.) Como se ve claramente, estos negadores del mundo les hacen la vida más fácil a quienes no creen en tales fábulas, quienes se valdrán, más bien, muchas veces de ellas.

El transcurrir de nuestras vidas está aquí y no en el más allá abstracto de lo místico-religioso. Pobres de aquellos que se aferran a tales creencias.

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Cristo vino a predicar, entre muchas cosas, la igualdad entre los hombres. Sin embargo, la “justicia” me dice que no somos iguales. Si existiera Dios, no sé si seríamos iguales ante “los ojos de él” y no me importa. Pero si hay algo de lo que estoy seguro, es de que en el mundo de lo terrestre, los hombres no somos iguales. Está de más presentar hechos. Si el ideal del “Cristianismo” es la igualdad entre los hombres, cabe decir que tal ideal es imposible. Por otra parte, si la igualdad es imposible, el amor al enemigo es una fantasía... una ficción.

sábado, 15 de mayo de 2010

El síndrome de la felicidad

Tatiana Herrera Ávila
por Los DefraGmentados


Afirmaciones del tipo "Costa Rica es el país más feliz del mundo" o "Los mexicanos son pobres... pero felices" (CNNexpansión, 11/05/2010) me hacen reflexionar acerca de la felicidad.

El tema ha ocupado a las grandes mentes a lo largo de la historia de la humanidad y se ha dicho mucho. La felicidad es sin duda un estado absoluto y por ello imposible de alcanzar, si se quiere utópico. Los antiguos griegos desde sus múltiples escuelas filosóficas abordaron el asunto a menudo. Por ejemplo, para Epicúreo, la felicidad se relaciona con el placer, con el hedonismo; desde Aristóteles, más bien tiene que ver con cumplir objetivos; según los cínicos se vincula con la independencia y la autosuficiencia; y así podría seguir haciendo el recorrido teórico de las diferentes concepciones de la felicidad que se han manifestado a lo largo de la historia humana. Pero este no es el lugar y claramente ese no es mi objetivo.

Es importante agregar que la felicidad, desde la perspectiva religiosa es fundamental. Particularmente, en el cristianismo, la felicidad verdadera se alcanza solamente en el más allá, una vez que se ha pasado por este valle de lágrimas o, en el mejor de los casos, la felicidad está en servirle a Dios, esto es conformarse con lo que el ser supremo ha dispuesto para mí.

También debe apuntarse que, para la sociedad moderna, la felicidad se encuentra íntimamente relacionada con el progreso y, por lo tanto, con el desarrollo que, como se sabe, está unido a la acumulación de capital. Así las cosas, hoy en día se promulga que hay que tener mucho para ser feliz, aún cuando desde la doble moral nos digan que el dinero no lo es todo y demás palabrería barata. Esto es porque existen dos niveles: la felicidad que se vende para que todos quieran alcanzarla (la de todo millonario existoso) y la felicidad moral (que no requiere del dinero) y que implica que, aunque se esté mal y marginado, se puede ser feliz.

Si se parte de lo anterior, ya podemos ir entrando en materia, porque la felicidad sirve para no aspirar a más: funciona como tope; y me interesa aquí más que nada discutir la pertinencia de dicho concepto con respecto a la construcción imaginaria que hacemos de nuestro país.

Poner en duda que Costa Rica es el país más feliz del mundo es relativamente fácil, basta con ver la actitud del tico en las carreteras o el aumento de la violencia en la resolución de conflictos intrafamiliares y sociales. ¿Cómo es que, si somos más felices, acudimos tanto a la violencia?

Pero más allá de si es cierta o no la aseveración (y me parece evidente que no lo es), lo interesante es ver la utilidad ideológica implicada en tal proposición porque, si ciertamente somos tan felices, no hay nada que cambiar. No es casual que la noticia apareciera en el año electoral (2009).

En el más reciente concierto de Joaquín Sabina celebrado en el país, contaba el español que un amigo le había preguntado si era feliz, a lo cual el cantautor, tras pensar un momento, respondió que sí. Ante esta respuesta, el amigo le había reprochado: "¿Cómo has podido caer tan bajo?" Y es que la felicidad es más bien contraproducente, en tanto paraliza al sujeto. En términos del psicoanálisis, el deseo (en la medida en que se desea lo que falta) es lo que permite al sujeto moverse y existir. Estar incompleto, ser carente es necesario. Así, la felicidad implica la ausencia del deseo: si soy feliz (completo), no deseo nada, ergo no hay razón para existir.

Si el sujeto cree que es feliz, se vuelve conformista y piensa que vive de la mejor forma posible. Es, por decirlo así, una forma clarísima de autoengaño, donde incluso el sujeto luchará por sostener el status quo, ya que su estado es perfecto y no puede mejorar (no imagina nada mejor). Esto, más que felicidad, es domesticación.

Ya lo decía Figueres, acerca del pueblo tico, somos un pueblo domesticado. Lo irónico es que el propio José Figueres contribuyera a dicha domesticación. Posiblemente, más que irónico sea un vivo ejemplo del cinismo del expresidente, pero eso es otro tema. Lo que importa acá es que Costa Rica, autoengañada, está convencida de que es feliz, de que vive en el mejor sistema posible y, entonces, de que hay que dejar todo como está.

Ante ese pensamiento, es inevitable que a los que levantamos la voz contra esa felicidad, nos acusen de antipatriotas. Y es que, para ellos, venimos a arruinarles la fiesta y eso a nadie le gusta. Si hablamos de pobreza, la respuesta del autoengaño es sencilla: hay más pobres en Nicaragua y tenemos el programa de becas estudiantiles "Avancemos" (porque la educación nos saca de pobres). Si hablamos de violencia también es muy fácil: el autoengaño dice no tenemos ejército. Si denunciamos que quieren destruir el ambiente, ahí está la paz con la naturaleza... Y como vemos una vez más, Hitler y compañía no se equivocaban: la mentira, cuanto más grande, más creíble.

Lo más grave es que el costarricense está dispuesto a sostener esta felicidad a toda costa. Y ante la evidencia de una grieta en la burbuja, la gran mayoría opta por ver hacia otro lado. Es más fácil creer que no es para tanto, en vez de tomar conciencia de que nos han echado del paraíso terrenal.

Sólo así se explica por qué mucha gente estaba molesta con los manifestantes el día del traspaso de poderes. La marcha echaba a perder el acto tan bonito que había preparado el gobierno.

Ya no se puede decir que es sólo culpa de los que están en el poder: el trabajo ideológico ha sido tan bueno que ya no hay relación entre la autoimagen que tiene el tico y la realidad. Hoy muchos costarricenses no son más que Quijotes que no saben diferenciar la ficción de la realidad en aras de la felicidad, y no quieren ver que la Dulcinea de la democracia y la paz, no es más que una máscara.

Como dice el refrán: no hay peor ciego que el que no quiere ver. En Costa Rica, muchos se tapan los ojos ante realidades como la represión policial que venimos sufriendo desde hace tiempo, y que ha venido en escalada en el último mes. Se tapan los ojos ante la corrupción, se tapan los ojos ante la violencia doméstica, ante el aumento del desempleo y la pobreza, se tapan los ojos ante los cuestionados procesos electorales de los últimos ocho años, se tapan los ojos ante la destrucción de la naturaleza, se tapan los ojos ante un sistema que colapsa y que ya no es, ni por asomo, la isla en medio de un caos, ni la Suiza centroamericana, de la que se ufanaban los abuelos (síndrome de felicidad que ha enfermado al costarricense desde su fundación).

Entonces, como decía, si somos felices no hay posibilidad ni necesidad de cambio. Esa es la condena con la que el grupo en el poder acalla a cualquiera que se atreva a disentir. ¡Qué estrategia ideológica más maravillosa!, no hay necesidad de hacer que la gente esté bien, solo basta con hacerles creer que no pueden estar mejor.

El tema da para mucho pero, como defragmentada que estoy, nada más trato de encontrar coherencia en pedazos de la realidad. Otro día, sin duda, vendrán más fragmentos sobre el mismo tema.

viernes, 14 de mayo de 2010

La urgencia de la discusión sobre autonomía universitaria

Tatiana Herrera Ávila
por Los DefraGmentados


Decir más sobre la autonomía universitaria puede parecerle necedad o insistencia a un pueblo que acostumbra olvidar y que una noticia solo importa durante tres días o una semana cuando mucho. No obstante, pienso que el debate no se ha acabado y que de hecho nos hemos quedado dormidos quienes estamos en contra de la escandalosa afrenta que ha recibido nuestro campus, y por extensión cada uno de nosotros. No solo el debate no se ha acabado, sino que toma cada vez más importancia, pues pareciera que el gobierno con la complicidad de los medios no nos da tregua, si no que nos persiguen cada vez más (¿paranoia o realismo? no me importa, nunca se es suficientemente cauteloso con este grupo que tenemos en el poder, ya lo han demostrado antes).

Recuento: en la represión contra los manifestantes en Limón por el asunto de los muelles (29 de abril), casualmente se encarcela a universitarios. Algunos dicen: ¿quién los manda a estar ahí? En efecto, cabe preguntarse ¿quién manda a la Universidad a defender los derechos de unos trabajadores? Algunos creemos que es un mandato constitucional, pero bueno eso hoy parece no tener importancia. De nuevo, en la represión sufrida en el traspaso de poderes (8 de mayo), casualmente encarcelan a diez estudiantes universitarios. Y por último, los comentarios en el sitio de la Nación a la notica de la represión sufrida por los estudiantes de secundaria del Vargas Calvo (14 de mayo) iban en la tónica de que lo aprendieron de la Universidad...

Ante esto, yo pregunto si no cabe hablar de una sistemática y cada vez más descarada intención de debilitar a la Universidad en caulquier flanco, como si de pronto lo que la Universidad produce no fuera importante. Y es que bueno hay que ver que aunque unos nos sorprendemos por ilusos que seguimos siendo, la Universidad no le aporta nada al modelo de país que están tratando de consolidar los Arias. ¿De qué sirve una institución que genera crítica a un grupo político que no quiere ser criticado o cuestionado? ¿Para qué quiere un grupo político empresarial, que está tratando de generar una sociedad de empleados consumistas para ellos podertener las ganancias y acumular capital, una universidad como la nuestra? ¿De que le sirve al grupo en el poder una institución que lo obliga a invertir en formar profesionales si lo que quieren son fábricas de más consumidores y mano de obra calificada pero barata? ¿Por qué querría un grupo en el poder sostener y respetar una institución que constantemente se le opone y se vuelve un obstáculo en lugar de "dejar(los) hacer y dejar(los) pasar"? ¿De qué le sirve a un grupo en el poder una institución que se mantiene vigilante de principios fundamentales para el estado de derecho y la justicia social? En realidad, este grupo empresarial es más que coherente, ellos hacen lo que les conviene.

Ahora, eso no es lo más grave. No porque hay que preguntar ¿qué hace la Universidad? ¿Se defiende? Era lo esperable, pero desgraciadamente solo lo hizo a medias, porque como siempre, recurrió a anquilosar una discusión que debería ser abierta y que involucrara a la sociedad civil (porque en efecto le compete, por más complicado que sea el tema) a la terminología y a la arena legal, como si estos señores supieran todo lo que implica la autonomía universitaria, siendo que esta no es equivalente a la autonomía de estado. Recordemos que la Autonomía Universitaria es una categoría que forma parte de una Reforma Universitaria que se inició en América Latina a principios del siglo XX, particularmente en Córdoba, Argentina, donde se firmó el Manifiesto Liminar en 1918, y en el cual se acordaba adscribirse a los principios de: Autonomía universitaria, Cogobierno, Extensión universitaria, Acceso por concursos y periodicidad de las cátedras, Libertad de cátedra, cátedra paralela y cátedra libre, Acceso masivo y gratuito, Vinculación de docencia e investigación, Inserción en la sociedad y rol de la universidad, Solidaridad latinoamericana e internacional y Unidad obrero-estudiantil. Como se observa todos estos principios se encuentran incluidos, de una u otra manera, en los estatutos de la Universidad de Costa Rica, pues don Rodrigo Facio y don Isaac Felipe Azofeifa fueron grandes entusiastas de esta Reforma.

Y es que estos principios existen para defender a la universidad de la intervención tanto del Gobierno o de la Iglesia, que a menudo pretenden acallarla porque la Universidad, así concebida hace que la gente piense, se pregunte, sospeche y hasta critique, lo que de otra manera haría difícilmente. De hecho, el principio de Autonomía universitaria se discutía ya en la Edad Media. Visto así no es que a la Universidad de Costa Rica se le antojó ser libre como un estado dentro de otro estado. Tampoco es que la Universidad sea un refugio para delincuentes, ni que se crea superior al resto de la sociedad costarricense, tampoco que deba autofinanciarse como señalaron algunos desinformados.

Simplemente cuando la Universidad habla de autonomía habla de su propia razón de ser. Esto por cuanto la autonomía universitaria garantiza que la Universidad sea autogobernada, eligiendo a sus propias autoridades sin injerencia del grupo en el poder y produciendo sus propios estatutos y programas de estudio, de modo que la universidad no esté a merced de cambios de gobierno o demás, y sea así lo más capaz de producir conocimiento sin censura ni control. Y un aspecto de esa autonomía universitaria es la inviolabilidad de los edificios universitarios por parte de las fuerzas de seguridad, ya que si no, nos podrían arrestar dentro de la Universidad por estar contra Crucitas o por denunciar al corrupto. Y de nuevo es que al final es muy importante que la gente dentro de la Universidad se sienta segura de expresarse y de actuar. ¿Por qué? Porque la Universidad es comunidad, y como tal debe garantizar que todos tengamos cabida, no importa si no tenemos dinero, si creemos en el aborto o no, si somos ateos o no, si somos homosexuales o no, etcétera. Lo anterior no lo saben ni los propios universitarios y es ahí donde viene fallando la UCR. Es así como le hemos ido cediendo terreno a quienes creen que una institución como la nuestra no tiene cabida en lasociedad. Y es así como se explica que muchos de los políticos que se gradúan de la Universidad luego la ataquen.

Otro aspecto que nos debe preocupar es que la Universidad, en una acción más que contradictoria, sigue manteniendo débiles a sus propios medios de comunicación como el canal 15, el Semanario y las radios, mientras paga sumas estratosféricas para anunciarse en los mismos medios que le han servido al Gobierno en la campaña contra la Universidad ya desde el proceso de referendum por el TLC. ¿Cómo entendemos esto?

Y es que ya que estamos puntualizando contradicciones ¿Cómo etendemos que nuestros propios graduados luego de estar en esta institución que les enseña ética y demás, cuando llegan a políticos olvidan todo en aras de enriquecerse? Ahí también cedemos terreno por estar encerrados, por no mantener un contacto más íntimo con las comunidades, y no estar verdaderamente vigilantes, como nos manda la Constitución. Claro si hubiéramos estado más vigilantes y cumpliéramos nuestras funciones mejor, posiblemente ya nos habrían cerrado, pero son riesgos que se corren. Igual esto es harina de otro costal que habrá que cernir otro día.

Volvamos al asunto motivador: la autonomía universitaria es por todo lo expuesto no solo un principio que la Universidad defiende y merece, sino que sin él no podría ser la Universidad que es. Para los que creemos en esa universidad, y que de hecho más bien reclamamos que no se ajusta del todo a ese discurso que defiende, proteger y sostener la autonomía no es solo un derecho, es una obligación. Para los que hacemos de la Universidad no solo un lugar de trabajo o de estudio sino un hogar, donde la sana discusión y el intercambio de ideas nos llevan a un mejoramiento de la sociedad y de nosotros mismos y a acercarnos cada vez más al conocimiento de las diferentes verdades, la autonomía no es un privilegio que nos dan, es un principio que nos pertenece y que nos define. Por eso, reclamamos, con justa y legítima razón que se respete.

martes, 4 de mayo de 2010

En legítima defensa de la Autonomía Universitaria

Aarón Moya Gutiérrez
Profesor UCR
Invitado por Los DefraGmentados


Definitivamente el debate de la Autonomía Universitaria fue empujado al lado más “inocente” y técnicamente arrogante posible: al de la doxa leguleya. Al igual que en el caso del TLC una serie de juristas a sueldo de Estado y empresa han tomando la iniciativa de tratar de fabricar opinión en contra de la Autonomía de la Universidad pública, en donde sobresale Dall'Anese con su pintoresca y rojiza arrogancia que lo ha hecho incluso autoafirmarse más importante que un presidente.

El debate de la Autonomía Universitaria trasciende al derecho para alcanzar un nivel de complejidad que supera la racionalidad tecnocrática de las “estrellas institucionales” jurídicas de nuestro país, de este modo lo abstracto jurídico desgraciadamente se convirtió en práctica sociopolítica brutal que no es comprensible por el derecho como discurso de poder instituyente de dominación, o en otras palabras, muchos abogados no pueden entender que la Autonomía Universitaria no puede ser explicada sólo por ellos a pesar de sus grandes mediocres esfuerzos, y que sí hubo violación de nuestra Autonomía.

La gran Universidad Pública de Costa Rica fue apaleada por la lectura atropellada de lo que debería de ser la Autonomía Universitaria en el imaginario agorilado de Jorge Rojas, graduado de cualquier universidad privada, así los valores de la educación superior como mercancía se imponen con arrogancia ante la tradición de 70 años de una UCR absolutamente inviolable hasta el pasado 12 de abril.

Los medios de comunicación llenos de periodistas no graduados de la UCR que desde hace mucho tiempo le entregaron su oficio al rating, se han dedicado a construir opinión pública-privada al servicio de un proyecto país que ya muchos hemos denunciado hace tiempo. El cinismo es tal que se percibe incluso la posibilidad de entregar todo debate de dicha Autonomía a mediocridades del grosor de 7 Días y de los arcaicos comentarios de Julio Rodríguez en el periódico La Nación, el menos malo técnicamente, pero el más descaradamente conservador de los medios escritos.

Un tsunami de analfabetas en el tema de de la historia de los procesos sociopolíticos latinoamericanos y centroamericanos han concluido que la Autonomía Universitaria es una construcción estrictamente jurídica -sospechosa de ser mitológica- que depende de sus pobres cosmovisiones de funcionarios públicos al servicio del orden privado, así casualmente, la avanzada de la violencia total encontró ya hace mucho tiempo en este país la tierra arrasada para instalar sus estructuras de poder despótico donde Oscar Arias es el General, Laura Chinchilla la fantoche y según he recibido recientemente de sorpresa, Rodrigo Arias es el heredero de la dinastía.

Para muchos estudiantes, funcionarios y docentes de la UCR, nuestra indignación solo es comparable al tamaño de nuestra resistencia, y yo en mi caso personal me niego a aceptar cualquier tipo de invasión o agresión unilateralmente decidida por parte de las fuerzas policiales del Estado dentro del campus de mi universidad por la razón que sea. Yo no soy cristiano, no pongo la otra mejilla, persíganme, condénenme, calúmnienme, golpéenme de nuevo entre varios cobardes, vengan por mí y traigan a sus perversos medios, que yo en este mundo lo único que tengo es un título de mí universidad y estoy dispuesto a defenderla. No tengo miedo. Como es práctica instituida en el resto del mundo, exijo la ilegalidad constitucional explícita y absoluta de toda intromisión unilateral de todas las fuerzas policiales del Estado en los campus de las Universidades Públicas de Costa Rica ahora.

La brutalidad como valor supremo

Aarón Moya Gutiérrez
Profesor UCR
Invitado por Los DefraGmentados


El día jueves 15 de abril me presenté a la Medicatura Forense del Poder Judicial en San Joaquín de Flores en Heredia para que se valoraran las lesiones que sufrí dentro del campus Universitario Rodrigo Facio de la Universidad de Costa Rica en San Pedro de Montes de Oca el 12 de abril, a manos de varios oficiales del Organismo de Investigación Judicial, OIJ.

En la pared de la Medicatura un afiche del Poder Judicial bajo la idea central de “Ética en el servicio”, enarbola una serie de valores que el OIJ violó a la hora de vapulearme dentro del campus, de los cuales rescataré para el caso, la Imparcialidad, la Responsabilidad, la Eficiencia, la Calidad, la Excelencia, la Humanidad, los Derechos y la Libertad de las personas.

Como primer valor violado está la imparcialidad ya que el señor Jorge Rojas, Director del OIJ en sus declaraciones a los medios antes de parcializarse defensivamente en la oscuridad de la desinformación típica de nuestro país, debería haber ordenado una investigación objetiva de los hechos, como base para emitir un criterio responsable antes de haber hecho declaraciones precipitadas, error que tuvo que ser enmendado por Don Luis Paulino Mora, Presidente de la Corte Suprema de Justicia, ya que éste, consciente de la parcialidad de su subalterno, fue quien ordenó la necesaria investigación. El Sr. Rojas fue irresponsable y no partió de la premisa del derecho como una disciplina de evidencias positivas a pesar de ser abogado graduado de alguna universidad privada.

El operativo del OIJ en el campus de la UCR no fue coordinado, fue mal planeado, improvisado, avasallante y poco profesional, por lo que los supuestos valores de Eficiencia, Calidad y Excelencia fueron absolutamente pisoteados, más si valoramos que la fiscalía con el detenido se habían retirado del campus varios minutos antes de mi golpiza. Los oficiales del OIJ fueron poco profesionales, agresivos emisarios-poder insultantes; brutales físicamente con estudiantes, funcionarios y profesores. En cuanto a los valores de Humanidad y Derechos del Poder Judicial, es donde reside el meollo a mi juicio más delicado y más evidente de la violación absoluta de la Autonomía Universitaria. Yo, como académico tengo el derecho inalienable de decir lo que pienso dentro del campus de mi Universidad, nadie tiene derecho a golpearme por eso, es mi Derecho Humano, complementado por la constitucional libertad de expresión. Los oficiales del OIJ apagaron mi voz a golpes dentro del campus. En ningún momento hice agresión física alguna a ningún oficial, fui vapuleado por decir lo que pensaba como docente dentro de la Universidad pública, y durante 70 años autónoma, en Costa Rica.

Fui despojado de mi libertad intelectual y física ya que fui sacado a tirones, patadas y puñetazos del campus de la UCR para ser nuevamente vapuleado por el OIJ, porque sus oficiales poco profesionales no toleraron la razón en mis palabras, que podrían compartir o no, ofenderse o no, pero jamás responder con una golpiza dentro del campus de mi Universidad. El afiche cierra con la frase ¡Los valores hacen la diferencia! Siento incertidumbre y temor por el futuro de este despojado y “pacífico” país.